miércoles, 1 de agosto de 2007

MORALES; LA HERENCIA DEL CONFLICTO

Por años vecinos de las calles Bronce y Gaceta de Guadalajara han sufrido las consecuencias de los enfrentamientos entre bandas. A principios de los 90 entre Tatas y Piratas, hoy entre Latinos 23 y La 34. Como en Morales, la situación se repite en muchas colonias de la capital potosina. La solución es una tarea de todos, de la sociedad en conjunto: Pandillas, autoridades y sociedad en general.

Por Juan Ramón Ramírez
CM Noticias
San Luis Potosí, México


Pandillas en la ciudad…
“Para mi ser un pandillero es andar drogao, andarme peleando a cada rato o buscando pleitos, en las riñas, actuar mal ante la gente, porque las drogas te descontrolan.”
A pesar del desconocimiento de la ley, la definición que Angel a sus 16 años hace de sí mismo como pandillero, se acerca mucho a la manejada por expertos. Los investigadores hacen una clara distinción entre banda que es la asociación de personas que buscan un fin común por las vías legales y pandilla que también se asocia, pero al actuar incurre en delitos varios, entre ellos las riñas campales.
La policía preventiva municipal ya tiene detectada las zonas de conflicto, explicó el subdirector de la corporación, Saturnino Moreno Velázquez: la Progreso, la unidad habitacional Simón Díaz, la Nueva Progreso, Arbolitos Aguaje 2000, Satélite, General I. Martínez, La División del Norte, Guanos, Tercera Grande, Tercera Chica, Piedras, Ciudad 2000, el área de Morales, la Garita de Jalisco, Tlaxcala, San Juan de Guadalupe.
Destacó que en Morales el fenómeno se presenta de una manera histórica y cíclica de hecho los calificó como hereditario, pues se agudiza cada cuatro o cinco años, conforme van creciendo los niños. “Los pandilleros de hoy son hijos de los que fueron hace unos años, es una herencia que se van dejando ellos.”

Control, poder y territorio, incluso a cambio de la vida.
A principios de noviembre de 2006 la muerte de uno de los integrantes de La 34 en los Pirules desató una serie de batallas campales con los Latinos 23 de Morales, las consecuencias las llevan los vidrios de casas y automóviles de vecinos de las calles Bronce y Gaceta de Guadalajara. En un video proporcionado por uno de los vecinos se puede apreciar la magnitud de los enfrentamientos y los riesgos que corren, no sólo los pandilleros, sino cualquier persona que pase por ahí. El desenlace podría ser fatal.
Bombas molotov, palos, piedras, tubos, cohetones y petardos de monedas y balines entre otras armas de fabricación casera son las que utilizaron los pandilleros que en aquel entonces se enfrentaron. En el mismo video también se aprecia y escucha como estos artefactos detonan entre los pandilleros que corren de un lado a otro esquivando el peligro y jugándose la vida.
¿Qué pelean? A veces ni ellos lo entienden, pero el investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), Francisco García lo tiene claro “pelean el territorio, oportunidades, el control de las mujeres; pelean el control de la venta en ocasiones, no digo que sea así, de la venta de algunos productos como pueden ser las drogas y el alcohol.”
La sed por el control y el hambre de poder van muy de la mano de la territorialidad de las pandillas, es parte de su identidad de grupo. En su terreno hay completa libertad, no así fuera de el. José ha vivido sus 17 años en los Pirules y desde hace casi tres pertenece a La 34, por ello está condicionado a vivir en territorio Pirata (banda que controló la zona hace algunos años) “Si nosotros queremos pasar para Morales, pues no podemos porque ya nos traen en Morales, en Cantarranas y en el Kiosco” No puede ir más allá del espacio marcado por las placas y grafitis que identifican a Los Piratas y a La 34.

La policía que disipa, pero que también agrede.
Vecinos cansados de las consecuencias de los conflictos llaman a la policía que en su afán de disipar la riña discuten con los padres de los pandilleros que también responde a la defensiva. Saturnino Moreno, dice que luego es más complicado dispersar el problema porque si detienen a uno, los papás salen y hasta los bajan de las patrullas.
Angel, quien ha participado en diferentes peleas campales, se dice respetuoso, más no miedoso de las autoridades pero agrega que los policías en lugar de remediar el problema lo magnifican. “No actúan conforme a la ley, hay que llegar a tranquilizar el orden ¿no? Y llegan alterándolo, porque llegan peleándose con nosotros a veces aventándonos piedras, aventándonos balazos, y qué es lo que hace uno, pues defenderse. Ya no actúan normalmente, ya actúan así, a lo agresivo.”
José, quien refleja arrepentimiento a través de la mirada que se escuda bajo la gorra blanca que le cubre parte del rostro, reflexiona su comportamiento y reconoce que actúan mal cuando van a romper vidrios de casas y coches “Si la riega uno verdad, porque a mí no me gustaría que vinieran a mi cantón y hicieran un desmauser o rompieran todos lo vidrios de por aquí.”

Un problema que a todos nos corresponde.
Los integrantes de las bandas pandilleriles saben de los riesgos que les acarrea el ser parte de, sin embargo, casados con sus ideales se siguen de frente y aunque aceptan que su comportamiento no es el mejor, no asumen una postura de cambio. Quizá en parte también se debe a la falta de atención en sus casas, al cada vez menos funcional modelo educativo y de orientación en las escuelas públicas y a la misma exclusión social en la que viven.
Saturnino Moreno Velázquez, subdirector de la policía preventiva municipal, hace un llamado a la familia y a la sociedad en general para que se responsabilicen del cuidado de sus hijos y en caso de ser afectados formalicen las denuncias para poder actuar, de otra forma será difícil terminar el conflicto, a pesar de las estrategias y operativos que las corporaciones policiacas están implementando.
Agregó que cuando el joven o en ocasiones niño pierde el respeto a sus padres, pierde el respeto a toda persona, así anden uniformados, de ahí la respuesta agresiva en contra de la policía cuando acuden a los llamados de auxilio, que en ocasiones reciben la peor parte.
Datos de la Dirección General de Seguridad Pública Municipal, arrojan que de enero a mayo del presente año hubo 7,563 remisiones por faltas al Bando de Policía y Buen Gobierno, de ellas el 60 por ciento corresponde a las zonas conflictivas de la capital potosina y sólo en la colonia Morales y sus alrededores el número de detenidos fue de 200.
En la mayoría de los aseguramientos se involucró a pandilleros, situación que deja ver que el fenómeno pandilleril continúa rebasando tanto a la autoridad municipal, como a la del Estado, pues el pandillerismo ya también se puede ver en ciudades como Matehuala, Valles, Rioverde y apunta su esparcimiento para otros municipios. El tema sigue siendo un pendiente de las administraciones gubernamentales.

Una sociedad que excluye
Parte de la responsabilidad es de la sociedad que desde siempre ha catalogado a los pandilleros, los señala y los excluye de alguna manera, eso aunado al hacinamiento y la marginación en la que viven, los hace más propensos a seguir actuando de la misma forma, aseguró Rodolfo Olguín, psicólogo y autor del libro La Banda y el Graffiti, ¿Hacia Dónde?
Francisco García, al respecto dijo que es en las zonas más pobres y de la periferia donde el pandillerismo sigue arraigado, pero también en los nuevos fraccionamientos, pues el hecho de construir casas pequeñas provoca que los jóvenes busquen nuevos espacios que tampoco encuentran, por lo cual terminan en las esquinas formando nuevas bandas o pandillas. El crecimiento poblacional y de pandillas va casi a la par.
En su libro Rodolfo Olguín asentó que hasta marzo de 2005 las autoridades tenían registradas 314 pandillas en la mancha urbana de San Luis Potosí, pero calificó de conservadora la información, pues representaría sólo la existencia de 6,500 pandilleros aproximadamente. Para la actualidad dice que la cifra no ha variado mucho, porque mientras nacen nuevas pandillas, otras van desapareciendo.
Los expertos, sin embargo, no desechan, otros motivos como la falta de atención y la desintegración por parte de la familia, la influencia de amigos, el consumo de drogas y solventes e incluso por diversión como sucede con jóvenes de clase social alta. “Pero no hay punto de comparación entre las bandas de juniors y las reales pandillas de las colonias conflictivas”, expresó Rodolfo Olguín.

Pandilla = valores, acuerdos y compromiso.
A pesar de la imagen negativa del pandillerismo y del mal comportamiento que en ocasiones muestra, el maestro Rodolfo Olguín, destacó que aunque parezca contradictorio la pandilla tiene valores, “entre miembros de la pandilla uno está dispuesto a dar la vida por el otro, ese es un valor muy fuerte, la solidaridad que hay entre ellos también es muy profunda y cuando tienen broncas en su casa o problemas familiares, entre ellos se dan su terapia.”
Dichos valores se asumen desde el primer momento en que se declaran parte de la pandilla, esto implica riesgos y compromisos comentó Angel integrante de la 34. “Esperamos y nos va a tocar un día una golpiza, no sé que te enfierren, un plomazo, que te truene un petardo, de todo te puede pasar, con el simple hecho de juntarte ya tienes enemigos por donde quiera.”
Ser pandillero no es un juego, es respetar y hacer respetar los ideales. Quien traiciona a la banda la paga. Cuando alguien quiere integrarse debe comprometerse “aquí si vas a caer, vas a caer pero nos traemos con tal banda, con esta y con esta otra, si te agarran tienes que aguantar y no quemar a la banda, ni nada, más aparte tienes que tener lealtad aquí. Si te vas a juntar con nosotros nada más con nosotros, nosotros no nos abrimos con nadie. Aquí el vato que da volteón la paga. Yo pienso que cada banda tiene su forma de castigar a los traicioneros ¿no?”, dijo Angel, sin algún titubeo.
Y remató con la explicación de la “Ley de los Golpes”. Que aplican en La 34. “Tú no te vas a ganar el respeto a palabras, ni amistad, así no. Aquí el respeto se gana a putazos, porque nadie te respeta así, pero ya cuando le pones unos madrazos, entonces sí ya te respetan, ¿Por qué? Porque ya saben que te los vas a madrear, entonces el respeto se gana a ley de golpes.”

Como te ven te tratan…
Sus reglas y acuerdos no escritos hacen que la gente les tenga desconfianza y miedo, pero Angel dijo que se gana la vida honradamente lavando carros, trabajando de ayudante de obra, puliendo pisos, pero no robando, ni asaltando. Aunque se vista con pantalón y camisa flojos, tenis converse o skatos, use aretes y se peine al estilo punketo, agregó que el dinero se lo gana limpiamente.
El especialista Rodolfo Olguín, dice que el trasfondo del pandillerismo es “que no hay una política bien definida para los jóvenes, no hay empleo, no hay bolsas de trabajo, no hay servicios para los jóvenes, no tiene derecho a salud, no tiene derecho a vivienda, no tiene derecho a nada a menos que ya esté trabajando.”
El no tener dinero para divertirse en centros recreativos, de esparcimiento y deportivos, no los hace menos que otros. Angel detrás de esos lentes oscuros que esconden la dirección de su mirada dijo que como cualquier chavo que está aburrido se reúne con sus amigos, nada más que no tiene el dinero para estar en un lugar lujoso por eso se va a la esquina a jugar fut bol, o simplemente a platicar.
Como cualquier ciudadano los chavos banda tiene sus garantías y derechos constitucionales a salvo, cuando no hay delito o faltas a la ley, la policía debe respetarlos dijo Saturnino Moreno Velásquez, subdirector de la policía preventiva municipal, aunque agregó que a veces eso no lo entiende toda la gente.
El investigador Francisco García, reconoce la responsabilidad que la sociedad tiene por excluirlos, además no siempre son delincuentes “yo los consideraría como víctimas de una sociedad excluyente que no les permite avanzar por igual como todas las demás personas, ellos son víctimas porque sus padres no tienen acceso a un buen trabajo y por lo tanto al no tener un buen trabajo se van excluyendo.”
Agregó que ya es tiempo que esto quede atrás y se les ofrezca a los chavos las mismas oportunidades: “No podemos permitir una discriminación de pandilleros, pues sino estamos en Estados Unidos para decir estos son negros y estos son blancos, aquí no podemos permitirlo, porque entonces si hay pandilleros hay indígenas y hay ricos y hay pobres, yo creo que tenemos que hablar de dar oportunidades y de reconocer donde estamos mal.”
Angel, desde la tranquilidad de su esquina preferida en la Colonia Pirules, pide respeto a la sociedad. “Que no nos traten como nos ven, no les pedimos que nos conozcan, simplemente que cuando nos vean en la calle a cualquier pandillero…, porque la gente a veces por el simple hecho de que nos vistamos, traigamos aretes, luego, luego nos ven de otra manera como, ratero, violador o hasta asesino. Yo les pediría que se la llevaran chido que nos trataran bien.”